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Las opiniones aquí expresadas comprometen únicamente al autor de este blog.

Ha dado inicio al último año de gobierno de Juan Manuel Santos. A 10 meses de conocer quién será su sucesor, con un panorama poco claro respecto de las propuestas de quienes aspiran a la Presidencia; o peor, con un escenario electoral donde elaborar una “propuesta de gobierno” es un ejercicio que se considera prácticamente inútil, pues en este país donde el voto o se vende, o se entrega a quien “me cae bien”, o a quien ordene el gamonal de turno. Poco sentido tiene para los políticos dedicar tiempo y esfuerzo intelectual a construir una propuesta de gobierno que pocos leen y que en últimas, bien puede sustituirse con una lista de lugares de comunes que no admitan debate ni crítica (ser más competitivos, ser los más educados, luchar contra la corrupción, continuar con la paz, etc.)

Aun así – o quizás por lo antes mencionado -  conviene llamar la atención sobre lo que se avista en el escenario futuro de corto y mediano plazo; en los temas que son de nuestro interés, particularmente la relación economía vs la ciencia, tecnología e innovación. El mundo avanza hacia la llamada “Cuarta Revolución Industrial - 4RI”; en Colombia, apenas si se menciona el tema, y es justo en el momento del debate electoral cuando más válida se torna la discusión.

Los cambios que se vienen

Cuando se habla de 4RI en Colombia, las notas periodísticas y los discursos no pasan de hacer mención a la introducción de tecnologías “novedosas” que supuestamente “resolverán problemas cotidianos” y “mejorarán la calidad de vida”; pero esa lectura además de ser superficial es errada; tampoco se encuentra un documento oficial o institucional que aborde el tema desde la perspectiva de los riesgos para la economía, el empleo o las empresas.

El primer cambio sobre el cual se hace necesario enfatizar es la destrucción de fuentes de trabajo. La 4RI tiene asociadas dos tendencias relacionadas con la tecnología: Automatización e Inteligencia Artificial; nuestra economía, está centrada en actividades de bajo valor agregado y mano de obra de baja cualificación; muchas de las actividades que hoy son desarrolladas por obreros (obra civil, manufactura), empleados domésticos, y hasta labores propias del agro; dejarán de ser realizadas por personas y serán realizadas por máquinas. Importante anotar, no se necesita que se destruya la totalidad de este tipo de empleos para generar un caos en la economía; basta con que un 5% o 10% de la mano de obra que hoy se contrata para estos fines deje de contratarse para tener un problema social de grandes dimensiones.

El segundo cambio se asocia al paradigma sobre el concepto de “empleo estable”; la 4RI no solo genera desempleo sino que también ataca muchas de las labores que se consideran “indispensables”.

 ¿Para qué docentes si el nuevo paradigma es el auto-aprendizaje mediado por tecnología?

¿Tiene sentido la existencia de colegios y escuelas si tendencias como “escuela en casa” se acentúan?

¿Tendrán sentido labores de vigilantes, mensajeros, secretarias o cajeros de banco?

La respuesta es No, y no es especulación; simplemente muchas de esas labores que durante años se han considerado indispensables, dejarán de serlo; ya sea porqué se automatizan tareas o porqué cada vez menos usuarios demandarán ser “atendidos” por una persona.

El tercer cambio está relacionado con los conceptos de “ciudades inteligentes”, Gobierno y Estado; en diversos foros se afirma que las tecnologías de la 4RI apuntan a empoderar a la ciudadanía; esto entre otros aspectos se traduce en que el ciudadano pueda resolver de forma autónoma las situaciones que lo vinculan con las instituciones. En ese escenario, resulta casi absurdo que existan edificios como el “Centro Administrativo Distrital” en Bogotá, donde la gente acude a hacer diligencias diversas que a futuro podrán ser realizadas vía Internet. También será obsoleta labor del “funcionario público” que atiende esas solicitudes y ni hablar de tanto funcionario que está ahí “calentando silla”, haciendo tareas tan absurdas como “colocar un sello” o “darle un visto bueno” a un documento que ni siquiera lee. En las ciudades inteligentes, el ciudadano resuelve buena parte de sus problemas el solo; sin tramitadores; sin mediadores que no agregan valor y por el contrario generan corrupción; y además, las instituciones con procedimientos automatizados brindarán respuesta inmediata, no más fotocopias de documentos, no más “autenticaciones”, no más funcionarios displicentes. Sí, desde luego lo anterior parece utopía, pero muy seguramente ya hay emprendedores desarrollando las aplicaciones para que esto suceda; y está sucediendo, basta ver que trámites como las apostillas o los certificados de antecedentes hoy están completamente automatizados. La reducción del tamaño del Estado que el discurso neoliberal promueve, pero los politiqueros no acatan porqué viven del clientelismo; tendrá lugar por cuenta de la tecnología, no de las decisiones de los gobernantes.  

El cuarto cambio que se percibe está relacionado el acceso a oportunidades; que en la 4RI estará marcada por la predominancia del talento y el trabajo colectivo, sobre factores como la disciplina y o el esfuerzo individual. En un escenario donde las labores rutinarias se automatizan, las oportunidades de generar riqueza o de tener reconocimiento están limitadas a quienes puedan marcar diferencia de forma significativa; ya sean personas u organizaciones, si no muestran un altísimo desempeño en lo que hacen, corren riesgo de quedar marginadas. La sociedad de consumo en la 4RI se torna selectiva y agresiva, el mercado busca el talento de Neymar en el fútbol y paga por él cifras absurdas; sí como empresa o persona no tienes un verdadero talento que mostrar, tus oportunidades serán limitadas; y lo anterior no se reduce a las artes o los deportes; se dice que áreas como el BigData y Nanotecnología serán las fuentes de empleo del futuro, pero no hay científicos de datos sin talento para las matemáticas; no hay productos nanotecnológicos sin personas verdaderamente talentosas en física, química y otras ciencias.

¿Estamos preparados como sociedad para esto?

¿Debemos seguir apostando a formas de educación conductistas y destructoras de talento? ¿Debemos seguir financiando programas de educación que responden a necesidades del pasado?

Además de esto, en un mundo con capacidades ampliamente distribuidas, la economía colaborativa y bajo demanda seguirá acaparando el mercado de las actividades que poco innovan y compiten con base en imperfecciones de mercado; en el futuro habrá muy pocos taxistas o empresas de transporte, ya sea porqué formas de negocio “tipo Uber” los desplazan o porqué las máquinas y sistemas automáticos de transporte, los sustituyen. Los hoteles deberán transformarse para generar valor frente a formas colaborativas como Airbnb y hasta la pesadilla de organizaciones como las EPS se acabará con propuestas de negocio como Doctoralia.

¿Cuales son las políticas para enfrentar estos cambios? ¿Tienen las personas que aspiran a gobernar este país una mediana idea de que esto está sucediendo? Sinceramente, da la sensación que no y que tampoco les interesa.

Y los Millenials…

Muchos de los cambios antes mencionados, se verán acentuados por el conflicto generacional; los llamados “Milenials” se hacen mayores; y pasarán de ser los emprendedores a ser quienes dirigen las grandes empresas y el Estado. Tendrán en su poder el llevar a cabo los cambios que tanto anhelaron, y muy seguramente lo lograrán. Es previsible un gran conflicto con otras generaciones y o colectivos; en especial con quienes tienen posiciones acomodadas o de doble moral sobre temas como equidad de género, la conciencia ambiental, o respeto por la diferencia. Los Millenials, con su desapego por las religiones; con su afán de “hacer lo que les gusta” y su dominio de la tecnología; pasarán del activismo en redes sociales a tomar decisiones en las organizaciones.

 

¿Y las propuestas del gobierno?

Del gobierno actual ni vale la pena hablar, su decisión de recortar los presupuestos de Ciencia y Tecnología, del Deporte y la Cultura, dice todo en cuanto a sus prioridades. La falacia llamada “Locomotora de la Innovación” nunca arrancó, y pensar en cultivar talento sin recursos es seguir apostando a esperar que surjan de la nada nuevos Nairo Quintana, Catherin Ibargüen, Chob Quib Town, y cuando ellos tengan logros, salir de forma oportunista a tomarse fotos diciendo “qué son el gran orgullo del país”. En eso se resume la política en materia de ciencia; tecnología;  innovación; y cultura, del gobierno que termina.

Los actuales candidatos a la Presidencia no van más allá de descalificar a sus contendores, no muestran nada de ideas, dan sensación de ser ignorantes de temas básicos de economía, y ni hablar de temas asociados a esta Cuarta Revolución Industrial, sus propuestas se quedan en esos lugares comunes que les permiten no generar demasiado ruido; no hablan de tecnologías como BigData, Impresión 3D, o Machine Learning porque ni las conocen; no hablan de las transformaciones que se vienen porqué ni se han enterado que esto va a suceder.  Ni mencionar a los candidatos al Congreso, limitándose a esperar que los dueños de los partidos les den un lugar en la lista o que el gobierno les dé “mermelada” para ver a quien se le hace campaña.

Como si nuestro destino fuese guiado por la “Ley de Murphy”; si la situación es mala en cuanto al fomento de esas actividades que nos permitan ser mas competitivos a futuro (ciencia, deporte, cultura), tranquilos, mañana puede ser peor.

 

Bienvenidos todos sus comentarios.

Att

JOSE RAMIRO BERTIERI QUINTERO

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Comentarios

  • Un interesante punto de vista que llama a la reflexión desde diferentes aristas de la realidad.

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